Raül Fernández, o lo que es lo mismo, refree, se ha convertido poco a poco, sin prisas, con el trabajo de un artesano meticuloso, en una de las personalidades indispensables de la música en nuestro país. Creador incansable, ha forjado una carrera que se bifurca con la misma intensidad en distintos frentes: el de compositor, productor y también el de intérprete. Desde que en el 2007 editó Els invertebrats, su cuarto disco, Raül Fernández ha vivido posiblemente los años más intensos y trepidantes de su vida en el terreno profesional, en los que, entre otras muchas cosas, produjo discos como los de Nacho Umbert, Las Migas o El Hijo; dirigió y arregló el espectáculo OJO con la Mala, para la Mala Rodríguez, tocó con Josh Rouse durante toda su gira americana y europea y escribió la banda sonora de la serie de TV3 Infidels.
A pesar de este calendario poco frecuente, entre proyecto y proyecto fue recopilando ideas para nuevas canciones, escribiendo letras y grabando los temas en su estudio casero, sin prisas, dejando que refree sea lo que debe ser, un proyecto abierto y libre donde experimentar con sus inquetudes musicales y sin sentir ninguna otra presión que la del enfrentamiento con uno mismo. Así pues, Raül grabó en su estudio casi todos los instrumentos del disco dejando las canciones preparadas para irse a Nashville a trabajar con Brad Jones.
Brad Jones, pieza fundamental de este trabajo, es uno de los productores americanos más reputados, y se conoció con Raül Fernández a través de Lluis Gavaldà, hace ya unos años. A pesar del interés y predisposición mutua a trabajar juntos, no ha podido ser hasta este Matilda cuando Jones y Fernández se han puesto manos a la obra en un disco de refree. La relación fue tan intensa y fructífera desde un inicio, y el entendimiento fue tan rotundo que, según cuenta Raül, trabajaron como una sola persona durante días y noches sin horarios, disfrutando de cada nota que el otro tocaba como si fuera propia.
El resultado es Matilda, un disco tan poco común y personal que se hace muy difícil pensar en referentes claros para hablar de él. En sus diez canciones, las melodías sinuosas a que nos tiene acostumbrados la voz de refree cabalgan sobre orquestaciones contemporáneas, armonías impredecibles, texturas experimentales y giros rítmicos de una sutilidad emocionante. Pero lo mejor de todo, lo mejor de la música de Raül Fernández, y en concreto de este nuevo trabajo, es que a pesar de su complejidad interior, a pesar de que podríamos hacer análisis y más análisis de sus composiciones, si las escuchamos con los oídos de un niño, son preciosas y accesibles, y son también tan sorprendentes —la cantidad de detalles que se suceden en la instrumentación es impresionante— que nunca nos cansaremos de escucharlo.
A pesar de este calendario poco frecuente, entre proyecto y proyecto fue recopilando ideas para nuevas canciones, escribiendo letras y grabando los temas en su estudio casero, sin prisas, dejando que refree sea lo que debe ser, un proyecto abierto y libre donde experimentar con sus inquetudes musicales y sin sentir ninguna otra presión que la del enfrentamiento con uno mismo. Así pues, Raül grabó en su estudio casi todos los instrumentos del disco dejando las canciones preparadas para irse a Nashville a trabajar con Brad Jones.
Brad Jones, pieza fundamental de este trabajo, es uno de los productores americanos más reputados, y se conoció con Raül Fernández a través de Lluis Gavaldà, hace ya unos años. A pesar del interés y predisposición mutua a trabajar juntos, no ha podido ser hasta este Matilda cuando Jones y Fernández se han puesto manos a la obra en un disco de refree. La relación fue tan intensa y fructífera desde un inicio, y el entendimiento fue tan rotundo que, según cuenta Raül, trabajaron como una sola persona durante días y noches sin horarios, disfrutando de cada nota que el otro tocaba como si fuera propia.
El resultado es Matilda, un disco tan poco común y personal que se hace muy difícil pensar en referentes claros para hablar de él. En sus diez canciones, las melodías sinuosas a que nos tiene acostumbrados la voz de refree cabalgan sobre orquestaciones contemporáneas, armonías impredecibles, texturas experimentales y giros rítmicos de una sutilidad emocionante. Pero lo mejor de todo, lo mejor de la música de Raül Fernández, y en concreto de este nuevo trabajo, es que a pesar de su complejidad interior, a pesar de que podríamos hacer análisis y más análisis de sus composiciones, si las escuchamos con los oídos de un niño, son preciosas y accesibles, y son también tan sorprendentes —la cantidad de detalles que se suceden en la instrumentación es impresionante— que nunca nos cansaremos de escucharlo.
DOMINGO 23 DE ENERO, VALENCIA (SALA EL LOCO)
VIERNES 28 DE ENERO, BARCELONA (AUDITORI)
SABADO 5 DE FEBRERO, MADRID (SALA EL SOL)
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