La música indie se jacta de poder autodenominarse precisamente así, independiente, por el hecho de no encontrarse dentro de los límites que impone el mercado convencional. Esto le otorga cierto glamour, cierto toque diferencial y exclusivo que ha convertido a buena parte del seguidor de este género en un "fan" pretendidamente diferente, con cierta clase y con cierto buen gusto por lo poco común.
Como siempre acaba pasando, buena parte de los aficionados a una determinada ola musical, sigue cánones de estética muy definidos que, paradójicamente, acaban convirtiéndole en un prototipo más del borreguismo de las tribus urbanas. A este respecto, numerosos grupos en facebook han hecho ya su particular crítica del género denominado "Moderno". Un conjunto de iconos de dudoso gusto sirven de uniforme estético para ciertos fanáticos de la música pop independiente. Sin embargo, el propio interés en pretender ponerse la chaqueta de la diferenciación y la exclusividad ha convertido a este colectivo en una manada fácilmente identificable a simple vista y por qué no decirlo, objeto de burla.
Fuera de todas consideraciones "estetas" sobre lo que rodea al fenómeno, la música independiente ha dejado en cierto modo de serlo. Actualmente ya cuenta con canales propios que han contribuido a difundirla con mucha fuerza. Las redes sociales y MySpace han sido medios decisivos en este sentido. La web 2.0 ha revolucionado las posibilidades. Grupos musicales de toda índole han descubierto una plataforma, un escaparte, de fuerza monumental, que permite la interacción del artista con su público en tiempo real. A todos los aficionados a la música nos ha caído del cielo un regalo muy especial: el de poder contactar con nuestros cantantes favoritos y hacerles partícipes, por ejemplo, de nuestras opiniones sobre sus trabajos, nuestros gustos o nuestras impresiones tras verles en directo. MySpace nos permite a todos nosotros, enfermos consumidores compulsivos de la música, profesionales del sector, buscatalentos, periodistas... escuchar los trabajos, muchas veces antes de ver la luz, de cantantes conocidos y desconocidos, de aficionados y de profesionales ya asentados.
El objetivo de esta primera entrada de ¡LO LLAMAN POP, MAMÁ! no es otro que el de relativizarlo todo hasta el extremo, en un ejercicio sano de higiene cultural. Ni la música independiente es tan independiente ni su consumidor es tan exclusivo como a menudo lucha por ser, traspasando tantas veces las puertas de lo ridículo.
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