Existe una lucha sin cuartel de la juventud que ronda la trentena, por escapar de la masa aborregada que pulula por nuestra sociedad, como perro sin amo.
Puedes descubrirles con facilidad, comprando discos raros, leyendo revistas que no son del corazón, vistiendo pretendidamente descuidados, elevando a las alturas todo lo que huela a un pasado que siempre fue mucho mejor.
Ahora nos ha dado por el vintage y todo lo que huele a autenticidad. Nos hemos cansado de lo vacuo, y ya no nos importa reconocer que echamos de menos muchas cosas de los años pasados. Miramos de soslayo las películas de Beta o de VHS que aún guardan polvo en nuestras estanterías, cuando encontrar una buena peli no era tan fácil como rondar por internet y descargar algo.
Los años de las cintas de cassette, de las grabaciones de la radio, de los videos musicales de los 40, ET o Teen Wolf... Nos sentimos superiores, en cierto modo, a las generaciones posteriores, que nunca han sabido lo que era usar las pesetas o ver dos pelis seguidas en el cine por el mismo precio. El mp3 sigue siendo un milagro para nosotros, el emule nos desvirgó.
Somos la generación que mira hacia atrás y suspira. En nuestras manos está transmitir ciertos valores positivos de aquel pasado a nuestros hijos. Para que no acaben teniendo móvil a los trece o pintándose la cara demasiado pronto.
La música, sin duda, nos puede ayudar...
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